Estas buscando algo en la biblioteca; un libro se cae abierto azarosamente en cualquiera de sus páginas y allí está el dato que necesitabas o el concepto que te permite completar una idea. Una pura casualidad que desbloquea un proceso creativo. Eso es serendipidad. ¿Cómo aprovechar una casualidad? ¿Se la puede provocar?
En
una nota sobre documentalismo
se define serendipidad como: “Hallazgo inesperado de cosas o ideas
interesantes en el proceso de búsqueda de otras. Es uno más de los
factores con el cual se pueden evaluar los sistemas de recuperación
de información, junto a la exhaustividad, la precisión, el silencio
y el ruido.”
El
origen del término parece estar ligados a antiguos relatos referidos
a tres príncipes de Serendipia; antiguo nombre del reino de Ceilán,
hoy Sri Lanka.
En
otras fuentes se habla de estos tres príncipes como enviados a
viajar por el rey, su padre, para conocer otros mundos. Y es en esos
viajes donde “aprenden” a encontrar lo que no buscaban.
Wikipedia
lo asocia con la expresión criolla “de chiripa”; es decir, de
casualidad.
Serendipidad
es una expresión utilizada con el fin de referirse a la capacidad de
aprovechar aquello que se encuentra sin buscarlo, cuando se está en
procura de un conocimiento, una solución o situación que no guarda
relación con lo que se persigue. Quien aplica la Serendipidad
desarrolla la facultad de almacenar información, experiencias y
conocimientos, entre otros, para ser aplicados a futuro.
Podemos
pensarlo en dos modos complementarios:
-
la capacidad de utilizar la casualidad y
-
la capacidad de provocarla
Lo
primero – la capacidad de utilizar la casualidad – tiene que ver
con el grado de “enfoque” que cada cual tiene con una temática,
un desafío o un problema. Es decir el grado de compromiso que cada
cual desarrolla con aquello en lo que está trabajando.
A
mayor grado de compromiso mayor capacidad de “ver” las conexiones
que con “su problema” tienen otros componentes de la realidad;
aún aquellos que pueden parecer más lejanos.
En
un sentido lógico puede relacionarse con la analogía. La
posibilidad de encontrar similitudes y diferencias entre entes
diversos.
Tambien
está vinculada – la serendipidad – con aquello que Bateson
llamaba “la pauta que conecta”. Es decir la pauta que permite
conectar fenómenos entre sí. Ya no se trata de la conexión entre
“entes” sino de las múltiples relaciones posibles entre
fenómenos diversos. Y la capacidad de comprenderlos.
Desde
este punto de vista la conexión entre lo que buscamos y el resto de
los fenómenos que componen la realidad está ahí; sólo ocurre que
a veces la percibimos y que el resto del tiempo pensamos en entes
separados entre sí.
Ciertamente
se trata de un punto de vista complejo que amerita otros debates que
exceden el problema de la serendipidad aunque la engloban.
Sobre
lo segundo – la capacidad de provocarla – viene a cuento la idea
de improvisación(1) tal como la propone Stephen Nachmanovitch. Y sus vinculos con el
entrenamiento.
El
autor destaca la importancia de la
práctica para el
dominio del arte y el instrumento. La práctica, en su mirada, suma
destreza pero también rutina. Veamos algunos de sus remedios:
“...
tener un espacio de juego a salvo del temor a la crítica”. (2004:
86)
“El
dominio viene de la práctica, la práctica viene de la
experimentación juguetona y compulsiva y de una sensación de algo
maravilloso” (2004: 89)
“Para
crear necesitamos técnica y a la vez libertad para la técnica. Para
esto practicamos hasta que nuestro oficio se vuelve inconsciente. Si
uno tuviera que pensar en todos los pasos necesarios para andar en
bicicleta, se caería de inmediato. Parte de la alquimia engendrada
por la práctica es una especie de toma y daca entre consciente e
inconsciente”. (2004: 90)
En
un video, Nachtmanovitch,
discípulo de Bateson, define a la improvisación como “presencia y
receptividad ante lo que está allí”.
¿Cómo
son tus prácticas? Un ejercicio interesante es describirlas en unas
pocas consignas de trabajo; por ejemplo: escribir
tres párrafos sobre mi vida como gestor cultural en el primer viaje
tripulado a Marte.
¿Cuáles otras se te ocurren?
Otro
punto de vista interesante sobre
cómo provocar la serendipidad
es la idea de que el proceso creativo depende en gran medida en cómo
manejamos el proceso perceptivo. Recomendamos la lectura del articulo
de David Díez Sánchez, director de “Neuronilla Creatividad e
Innovación” titulado
“El cambio depercepción en la creatividad”.
La
idea básica es que el proceso de percepción de la realidad no es
inocente y mucho menos objetivo. Hay cierta discrecionalidad en la
manera en que percibimos esa realidad; influyen nuestros intereses,
nuestros estados de ánimo, nuestros modelos mentales y, por
supuesto, nuestra cultura.
Hacer
consciente esa subjetividad involucrada en lo que describimos como
realidad nos permite reconfigurar los modos de ver y percibir.
¿Somos
capaces de desnudar nuestra subjetividad y volver a mirar el mundo?
Que veríamos en ese supuesto.
En
un extremo deberíamos desaprender el mundo y mirar cada fenómeno
como si lo viéramos por primera vez. Inventar un lenguaje nuevo
porque desconocemos las palabras que lo designan.
En
el artículo de Neuronilla que acabamos de citar se proponen algunas
ideas para ejercitar ese “desconocimiento”
-
¿Qué opinión tendrías de tu casa si fueses una hormiga?
-
¿Qué pensaría de todo esto Tarzán?
-
¿Si vivieses en el polo norte, cómo se desarrollaría tu día a día?
-
¿Cómo se siente un cliente cuando utiliza mis servicios?
-
Imagina que haces un viaje en una alfombra voladora.
-
¿Qué implicaciones tiene en todo el planeta esto sobre lo que estoy trabajando?
-
Dibujad un extraterrestre, poneos en su piel, y después comentad con vuestros compañeros extraterrestres cómo veis sus proyectos.
-
… elabora tu propio mirador
Como
toda técnica sólo funciona si la hacemos desaparecer en el acto de
jugar con ella: nos olvidamos de ser Tarzán o un extraterrestre y
simplemente actuamos siendo ellos.
Finalmente
la serendipidad, la capacidad de aprovecharla y aún más, la
capacidad de provocarla depende del mirador que sepamos utilizar. O
mejor aún de los múltiples miradores que seamos capaces de operar.
1) Nachmanovitch,
Stephen; Free Play, la improvisación en la vida y en el arte –
Paidos Diagonales, Buenos Aires, 2004
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