25 marzo, 2008

El turismo cultural puede ser peligroso

El director de Icomos-México, Javier Villalobos, expresó preocupación por la falta de expertos en conservación del patrimonio, en las estructuras administrativas de algunos gobiernos de centros y ciudades históricos, que han sido declarados Patrimonio Mundial y que requieren, como recomienda la UNESCO un plan de manejo.
La nota, publicada por la Jornada de México, expone detalles referidos al manejo del patrimonio cultural en la nación azteca. Pero algunas de estas afirmaciones tienen, nos parece, una validez que va más allá del caso puntual:

Para la restructuración urbana y salvaguarda de los centros y ciudades históricos es de vital importancia contar con un equipo de expertos en arquitectura, planeación urbana, diseño urbano, urbanismo, antropología, sociología, conservación de monumentos, restauración y gestión cultural, entre otros, que participen en la elaboración de los planes de manejo.

Cada sitio tiene sus características, cada monumento, cada conjunto tiene sus formas, materiales, riquezas, dimensiones, fragilidad.

El turismo presiona, los inversionistas que tienen los grandes negocios de hoteles quieren seguir afectando las zonas de manglares y alterar la ecología, ésa es una verdad; hay que controlar el turismo. Por otro lado, los turistas vienen a ver cosas originales y si vamos perdiendo la autenticidad, ¿adónde vamos a ir?: ¿vamos a enseñar cosas falsas? Vamos a mostrar cosas hechas hace unos días y no hace 200 años.

El turismo cultural es una fuente de recursos incalculable que, como se señala aquí, depende de la autenticidad del patrimonio – material o inmaterial – que lo convoque. En tal sentido no hay contradicción entre conservación y disfrute.
La verdadera contradicción está en si se aplican o no los recursos necesarios para su puesta y permanencia en valor. Y si se cuenta o no con el capital humano adecuado.
Opciones por detrás de las cuales está o no la voluntad política del estado para articular economía y cultura de un modo sostenible. Tal, nos parece, es el verdadero debate.

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