12 octubre, 2007

Industrias Culturales, Tecnología y Diversidad Cultural

Un medio español publica un artículo referido a las Industrias Culturales de Castilla La-Mancha que contiene un excelente ejemplo de cómo pensar la interacción entre nuevas tecnologías, industrias culturales y diversidad cultural. Un dato más que interesante: el presupuesto creciente que la nota reconoce no alcanzaría para resolver los problemas que se denuncian. Reclama que, además de los fondos, se ponga el acento en un Plan de Desarrollo Cultural. Un desafío para cualquier comunidad que aspire a ocupar un lugar en este mundo heterogéneo, cambiante y complejo en el que nos toca vivir.

La valorización de la cultura por parte de la Junta de Comunidades es ciertamente creciente en términos cuantitativos (presupuestarios), pero no lo es en términos cualitativos, si consideramos la dificultad manifiesta del gobierno autónomo para creer en la independencia, la integridad y la fecundidad de nuestra cultura, valorándola plenamente como recurso y como finalidad. Cuando la política cultural no ocupa un espacio relevante en los discursos, ni es convertida en un objeto de alta política, cuando se mantiene discretamente en el fondo la caja negra de las actuaciones gubernamentales, obviamente, no está donde debería estar.”
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No hay otro camino, a mi modo de ver, que optar por que la dispersión y la modestia del esfuerzo regional en materia cultural ceda el protagonismo a un Plan de Desarrollo Cultural en toda regla. El PDC consistiría en una estrategia global, metódica y transparente para la Región, debidamente acompañada de sus correspondientes instrumentos programáticos y financieros. Debería consistir en una herramienta específica y potente con tres ejes fundamentales: el apoyo al desarrollo de las estructuras necesarias a la creación de un tejido industrial sostenible para la cultura; un programa de digitalización masiva del patrimonio cultural regional; y un programa ambicioso de promoción y divulgación de la cultura castellano-manchega a nivel interno e internacional. A un plan de esta naturaleza, no le podrían faltar los apoyos europeos y nacionales necesarios para alcanzar sus objetivos
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Pero si no nos movilizamos a tiempo, ¿qué podría ocurrir? Como en el resto de los sectores económicos, desde los años 90, las industrias culturales son objeto de un proceso ininterrumpido y creciente de alianzas y fusiones que ya han dado lugar al nacimiento de grandes grupos transnacionales con un inmenso poder económico en los campos de la música, las editoriales, la prensa y el mercado audiovisual. No es difícil imaginar que los sectores emergentes a los que venimos refiriéndonos en este artículo acaben corriendo la misma suerte
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El riesgo más conocido para la diversidad cultural es el que hace que los productos de la cultura autóctona se alineen con el magma homogeneizador de la cultura única. El segundo riesgo consecuente se refiere a la exclusión del espacio cultural internacional. No hay que perder de vista que, en ambos casos, lo que está en juego no es sólo nuestro derecho a la expresión cultural, sino el derecho al desarrollo económico” (...)
El artículo contiene un listado de objetivos que este plan debiera contener. Cambiemos en el texto original el lugar sobre el que está pensado este plan y pongamos el nombre de nuestros territorios y seguramente nada habrá de sobrar. Porque ese impulso homogeneizador está cubriendo el planeta con mensajes idénticos. Y no por una maldad intrínseca o una conspiración sino porque los cálculos de rentabilidad son cada vez más globales.

Nota completa:
Las industrias culturales, un yacimiento de empleo para Castilla-La Mancha

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